¿MAMA,Y NOSOTROS POR QUÉ SOMOS JUDÍOS?

Maternidad-Juan Ramón Lainez
 Hoy es un día de esos que...bueno, de esos que a uno se le pone el cuerpo y el espíritu melancólico. 

   Hace años ya que mi madre no está conmigo, que no puedo darle un beso cuando me apetece, ni encontrar en su rostro el bálsamo de su sonrisa.

   Aún así, su presencia, su cariño y su amor lo sigo sintiendo en mi interior como si aún estuviera con vida. Tal vez por eso se me agolpan los recuerdos,r ecuerdos de otros tiempos, cuando yo era un crío y ella me enseñaba la tradición de mi pueblo.

   El ser judío en aquella España del Nacional-catolicismo era un secreto peligroso.

Mi madre nunca pudo, a pesar de la llegada de la democracia, practicar libremente su religión. Durante toda su vida el miedo la persiguió, el miedo a sufrir el rechazo de una sociedad llena de prejuicios y fanatismos, anclada en un totalitarismo intelectual y religioso en el que ser diferente, sentir ó pensar diferente, te convertía en un apestado, en un individuo nocivo y pernicioso que era necesario aislar para no comprometer la supremacía del pensamiento y la religión única.

   A tal extremo llegaba su miedo que a mis dos hermanas les ocultó siempre nuestros orígenes y la tradición familiar, e hizo todo lo que pudo para que nunca supieran nada. Las mandó a un colegio de monjas y ella misma acudía "fervorosamente" a los oficios religiosos. El ser judío se convirtió en un secreto que sólo los dos compartíamos en la clandestinidad. Confieso que nunca llegué a entender el porque de aquella actitud, después de todo Franco ya había muerto y en España se respiraba una nueva libertad religiosa, un nueva sociedad en la que profesar una religión distinta ó pensar y sentir de otro modo no te convertía en un paria. 

   Tal era mi desconcierto que yo la pregunté más de una vez el por qué somos judíos, el porque debíamos mantener una religión tan mal vista y perseguida. Después de todo no merecía la pena llevar esa doble vida, me parecía indigno,extraño,el no poder proclamar abiertamente lo que yo era ó sentía.


Maternidad-Raúl Cañestro
   Pasados los años, cuando crecí y me hice un hombre, la vida me llevó por otros caminos que mi madre nunca comprendió. Llegué a pensar que las religiones eran sólo un motivo de discordia que no conducía a nada bueno, que todas se basaban en supersticiones y mitologías, y que no eran más que un modo de encontrar respuestas a través de la fe, cuando no era posible hallarlas gracias al razonamiento humano.

   Me convertí en un ateo militante, pues veía entonces en la religión un medio muy efectivo de control mental. Una manera de mantener a la gente en el redil, ofreciendo consuelo espiritual y promoviendo la resignación ante la injusticia y la explotación por parte de los poderosos, en vez de comprometerse a luchar por la llegada de un mundo mejor.

   Hoy en día, con más de la mitad de mi vida pasada entre tantas frustraciones y tristezas, y alguna que otra alegría, veo las cosas de modo muy diferente. La existencia ó no de un más allá me trae absolutamente sin cuidado.

   Me preocupa mucho más hacer las cosas bien en este mundo que esperar el premio ó el castigo en el otro. Ya no niego categóricamente la existencia de D-is como cuando era más joven e inexperto, ni califico a los creyentes de ilusos y personas fácilmente manipulables, pienso que las religiones aportan también aspectos positivos a la sociedad, y muchos encuentran en ellas la paz de espíritu y el consuelo del que todos estamos tan necesitados.

   Hombre...de tener que elegir alguna me quedo con las orientales, porque nos enseñan una manera de vivir y experimentar en esta vida esos bienes espirituales sin necesidad de esperar a la otra vida que supuestamente nos espera en el más allá.

Marenidad-Jorge Naranjo
   No se que opinaría mi madre de mi en este momento, seguramente encontraría la manera de comprender y respetar la persona que ahora soy, con creencias tan distintas a las que ella me enseñó. Supongo que lo que más le entristecería es saber que no sigo la tradición de mi pueblo que tan amorosamente me entregó, aunque me siento orgulloso y totalmente identificado con la causa de la casa de Israel y de llevar la sangre que llevo.

   Creo que lo más importante que aprendí de ella fue el tratar de ser siempre una buena persona, y creo que esa es en realidad la meta final y verdadera del judaísmo y de cualquier otra religión. Querida  mama mi regalo en este día no es otro que este, el que sepas que gracias a ti, a todo aquello que me enseñaste, hoy soy solamente un hombre bueno.







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