LA PAREJA

 Entre los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de mantener una relación de pareja, están la existencia de  afinidades y metas comunes, el amor que se profesa, la disposición a perder, dar y recibir, una serie de preguntas que podrán contestarse a partir de dos elementos, psicología y sentido común.

  Cualquiera se encuentra, después de un periodo de aprendizaje más ó menos largo, de conocer a una persona observando objetivamente defectos y reacciones, es decir, el carácter de esa persona, en ese sentido,sería deseable, no dejarse cegar por los sentimientos, siendo la paciencia una buena norma a seguir en todos los casos.

   Afinidades y desavenencias se nos revelan casi siempre con el transcurrir del tiempo, por ello es necesario no tener demasiada prisa y saber esperar.Los sucesos seguirán el curso que les sea mas propicio.



 Las relaciones personales, no se construyen en un momento, cómo tampoco se deshacen de la noche al día. Es el tiempo el que nos regala un compañero delicioso, ó bien puede reducir un gran amor a una aburrida convivencia, más que cualquier persona, él nos aclarará quien es nuestra princesa encantada ó nuestro príncipe azul.

   Poco a poco iremos encontrando la forma de componer nuestra relación como una pieza musical, poniendo en armonía las notas mas discordantes, aceptando aquello que más nos cueste aceptar,
estableciendo así un juego progresivo y cada vez más complejo.

   En el fondo se trata solamente de tener un poco de coraje para prestar atención, para observar y mirarse dentro, sin los velos del sueño y la ilusión. Hay que tener también presente que una cierta afinidad cultural y educativa es un factor de gran importancia, porque una diferencia muy acusada en ese terreno llevaría probablemente a incomprensiones y rupturas irreversibles.

Finalmente después de todas estas apreciaciones sobre el carácter de la persona elegida, debemos estar dispuestos a experimentar,y correr el riesgo de sufrir desilusiones y desengaños.

   El ser humano es un ser andrógino en su esencia mas pura, dado que el espíritu no tiene sexo. Adán el primer hombre, contenía el principio femenino, pero de este modo resultaba estático.

Es en esta parcela espiritual donde es posible entender el motivo de este desdoblamiento de lo femenino y lo masculino, las dos polaridades que dan vida autónoma a dos seres opuestos y complementarios.

   Así la esencia espiritual del hombre y la mujer, al descender a un cuerpo físico se ha visto mutilada; cercenada en una de sus partes constitutivas, esta ley no impide que algunas personas sientan esa atracción hacia personas de su mismo sexo, pues nada impide que en un hombre se manifieste un espíritu femenino y viceversa.

  La búsqueda de esa androgineidad se manifiesta desde la mas temprana adolescencia, incluso en aquellos que renuncian conscientemente a mantener relaciones sentimentales, motivados sobre todo por conceptos anímicos y culturales.

   El ser humano, al perder su estado estático, y mas puramente espiritual, se dividió en dos polaridades, masculina y femenina que se persiguen, corren la una detrás de la otra para volver a hallar esa unión primordial, y de esa búsqueda,de esa atracción, surge ese movimiento, sin el cual no sería posible la vida, ni la existencia de nuestra especie.


Desde luego, hay también que decir que esta atracción primordial no es entendida correctamente por la mayoría de las personas. Amar es dar a los demás sin pedir nada a cambio.

   Cuando se ama , (la mayoría de las veces) , con el fin de obtener algo a cambio, ese sentimiento pierde su verdadera naturaleza y obtiene la contraria, es decir, se convierte en egoísmo.

  En el mundo actual, el concepto de amor se ha degradado, ensuciado; se entiende el amor como posesión, lo que hace que las personas sean consideradas como bienes materiales, en otras palabras en la actualidad, tanto el hombre como la mujer se han convertido en objetos.

 En el yo te amo, por lo tanto tú debes amarme, se encuentra el germen de la violencia, el abuso, la posesión egoísta, pero el amor verdadero es exactamente lo contrario, libertad, evolución y progreso.

   Cuando un hombre y una mujer se aman, lo hacen sin egoísmos,dando lugar a una comunión casi celeste.

    En el acto sexual no solamente se unen los cuerpos, también se funden las almas, el sexo trasciende su dimensión física y se convierte en un vinculo espiritual, en un puente que les proyecta a su dimensión original, androgina, durante unos instantes ,a la espera y en camino de una mayor fusión eterna e indisoluble.

El mayor signo de amor, viene dado por el deseo constante de que se a de vivir al lado de la persona amada, y gozar de su presencia.

   Pese a todo, tampoco hay que obnubilarse, debemos esforzarnos en ponderar objetivamente sus cualidades y sus defectos, si todo ello concuerda con nuestra forma de ver y sentir, no queda más que abandonarse a la felicidad.

   Podría también suceder que nuestro amado ó amada manifieste indecisión para comenzar una relación, bien por miedo, ó porque en ese momento no sea una persona afectivamente libre. 

   Será entonces imprescindible mantener la certeza , (siguiendo nuestro camino sin descorazonarse) , de que más pronto ó más tarde, con más ó menos dificultades el destino y su sirviente el azar, procuraran esa situación en que ambas almas gemelas finalmente se unirán.





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